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Hiripacha (hiripati en singular) .
Función principal: Hacer oraciones y conjuros cuando iban a ir a la guerra.
Categoría general: Sacerdotes.

Los sacerdotes llamados hiripacha participaban en el ritual que se hacía antes de ir a la guerra. Un hiripati junto con cinco sacrificadores y cinco curitiecha hacían unas pelotillas de olores (de andamuqua, tabaco), las ponían sobre unas "rajas de encina" y luego las metían en unas calabazas que los tiuimecha llevaban a las casas de los papas. Allí se encendía un gran fuego y junto a él se ponían las calabazas con las pelotillas de olores sobre unas rajas. El hiripati tomaba algunas pelotillas y decía la siguiente oración: "tú, dios del fuego, que aparesciste en medio de las casas de los papas, quizá no tiene virtud esta leña que habemos traído para los qúes, y estos olores que teniemos aquí para darte. Rescíbelos tú, que te nombran primeramente mañana de oro, y a ti Vréndequavécara, dios del lucero, y a ti que tienes la cara bermeja. Mira, que con grita trujo la gente esta leña para ti". Luego nombraba a todos los señores y sacerdotes enemigos diciendo: "tú, señor, que tienes la gente de tal pueblo en cargo, rescibe estos olores y deja algunos de tus vasallos para que tomemos en las guerras". Terminada la oración, que duraba mucho, el hiripati despertaba a los otros sacerdotes y todos ellos tomaban las pelotillas y comenzaba la ceremonia de la guerra (esta ceremonia la describió el autor de la Relación al hablar de la fiesta de Curicaueri de Sicuindiro en la parte perdida del documento). Probablemente el hiripati era también quien, durante esta ceremonia, repetía la siguiente oración hacía las cuatro partes del mundo y al dios del infierno: "¡oh dioses del quinto cielo, cómo no nos oiréis de donde estáis, porque vosotros sois solos rey[e]s y señores [y] vosotros solos limpiáis las lágrimas de los pobres!". La ceremonia de la guerra duraba dos días y al finalizar se echaban las pelotillas de olores en los fuegos que estaban encendidos frente a los templos. Al mismo tiempo que el hiripati decía las oraciones en Tzintzuntzan, otros hiripacha las decían en los pueblos. Aparentemente la manera de hacer la ceremonia o de decir las oraciones la había ordenado Curicaueri. Los mismos rituales (que el hiripati dijera la oración con los olores en las casas de los papas) se repetían cuando el cazonci nuevo preparaba su primera "entrada" con la que inauguraba su reinado. A pesar de ser tan importantes los hiripacha no están representados en la lámina 4.